Parece que
últimamente, hablar de determinados temas no queda bien, o no es políticamente
correcto, o corres el riesgo de que te tachen de xenófobo o racista. Al final
casi siempre, tomamos la decisión de evitar la opinión o al menos una opinión
abierta. Que hay demasiados inmigrantes, es cierto y que es un tema que se
habla frecuentemente, también lo es.
Todos los días,
los telediarios nos bombardean con noticias sobre inmigrantes que vienen en
pateras, o los que saltan la valla que separa
el territorio marroquí de España. Unos consiguen su objetivo y otros,
desgraciadamente, se dejan la vida en el intento. Las imágenes nos muestran la
alegría de los que creen haber llegado al paraíso. (Nada más lejos de la
realidad). Una vez aquí, se les cura, viste y alimenta en un intento de
devolverles la dignidad de personas, objetivo que las instituciones
humanitarias consiguen sin mayor dificultad. Hasta este momento, todo es
correcto. El problema viene después cuando se decide qué hacer con estas
personas. Vienen de países donde no existe una política de extradición conjunta
y al final se quedan aquí. A muchos de ellos se les proporciona un trabajo y al
resto se les desperdiga por el territorio nacional y allá se las apañen.
Llegados a este punto es cuando me cuestiono una serie de preguntas. Cuando
tenemos la sensación generalizada de que somos extraños en nuestro propio
país…será porque, ¿realmente nos sentimos así a consecuencia de la desigualdad
que existe? Y los mandatarios. ¿Verdaderamente les importa este tema o por el
contrario como no es algo que lo tengan que vivir a diario, les da igual? Todo
esto lo digo, porque yo, si soy consciente de toda esta problemática que genera
la inmigración. Lo vivo cada día. Veo como en las puertas de los supermercados
hay quien está a expensas de las limosnas que recaudan para poder comer. Claro,
que no me acordaba de que los políticos no frecuentan los supermercados y la
burbuja protectora donde viven es a prueba de problemas. Veo como los comedores
sociales superan los límites de capacidad y como muchos inmigrantes aprovechan los
puentes para hacer de ellos su “hogar”. A pesar de todo, tengo que soportar las
mentiras de un gobierno que no tiene un rumbo definido. Que alguien me explique
cómo se digiere el escuchar, que España está recuperándose de una crisis que
nos tiene a la mayoría con el agua al cuello y, que nos vendan una mejoría en
el empleo, cuando a los cinco minutos las noticias dicen que acaba de cerrar
una empresa y hay 200 puestos de trabajo menos.
En fin, volviendo
a lo de antes, si no arreglan las cosas pronto, seguramente surgirán
enfrentamientos provocados por una situación insostenible y, por tener la
sensación de que cada día, uno se ve más desplazado en su propio país. Es solo
cuestión de tiempo. No voy a justificar nada al respecto de esta opinión, ya
que lo que digo aquí, es lo que quiero decir y lo baso en el sentido común.
Todos tenemos derecho a tener una vida digna donde podamos crecer y
desarrollarnos en las mejores condiciones sin importar razas, ideologías o
religiones, pero… No desvistamos a un santo para que se pueda vestir otro.
Luis Renedo de la Peña.