TRILCE ISLA LITERARIA

TRILCE ISLA LITERARIA

miércoles, 26 de junio de 2013

Promesas y deudas



Miró su reloj. Eran casi las tres de la madrugada. Hacía nueve horas que estaba sentado en esa mesa, a punto de perder lo poco que le quedaba. Demasiadas excusas y un sinfín de promesas incumplidas, le habían convertido en un ser despreciable ante los ojos de su mujer, sus hijos y los amigos que de verdad lo eran. Un trío de ases, quizá fuera suficiente, aunque las gotas de sudor que perlaban su frente, delataban que no estaba tan seguro de ello. Aún así, estaba obligado a continuar. Puso sus cartas en la mesa. Las piernas se le aflojaron al ver el póquer de Reyes, que acababa de arrebatarle el dinero destinado a la curación de su hijo pequeño. No debía haber tocado jamás ese dinero. Pero lo hizo. Salió de aquella habitación, decidido a suicidarse. No podía regresar a casa y aceptar que había vuelto a fracasar de nuevo. Se sentó en un banco a pensar como lo haría, mientras el humo de un cigarrillo le quemaba los pulmones. Como muchas otras veces, reconoció que le faltaba valor para todo y aún más, para tomar una decisión de ese calibre. La desesperación le llevó a invocar al cielo y al infierno pidiendo ayuda, aunque sin demasiada convicción. Al averno le ofreció su alma. A Dios, la promesa de cambiar y una penitencia que conllevara dolor físico. Esa misma semana, el destino le sorprendió y le hizo millonario. Era demasiado bonito para ser verdad, pero lo cierto es que lo era. Tenía muy reciente su promesa, por lo que decidió cumplirla. Hizo el camino de Santiago a pié y los últimos cinco kilómetros de rodillas. Comenzó un cambio radical en su vida, recuperando el cariño de sus seres queridos. Una noche, se despertó sobresaltado. Estaba empapado en sudor y tremendamente asustado. Acababa de tener un mal sueño. El mismísimo diablo le había visitado, reclamándole su alma. Fue entonces cuando recordó algo que había escuchado alguna vez. “En cuestiones de amor y dinero, no le pidas al cielo”. Había jugado su última partida, perdiendo nuevamente. Porque lo prometido es deuda y las deudas, se pagan.

Luis Renedo.

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho, Luis. Hay cosas con las que no se juega, además las promesas deben cumplirse siempre, de lo contrario pareceríamos políticos.
    Un abrazo.

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  2. Curioso relato.
    Hay que tener cuidado con lo que apuestas...

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