TRILCE ISLA LITERARIA

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martes, 16 de julio de 2013

Una noche más



Este Relato quiero dedicárselo a mi amiga Gladys.

     Gladys es una de esas personas de las que uno se siente orgulloso teniéndola en su lista de amigos. Su curriculum es envidiable. Licenciada en psicología con dos máster. También es filóloga, logopeda, historiadora y una experta en antigüedades. Pero sobre todo, lo que más dice de ella es la calidad humana que posee. Muchas veces, presumimos de ser empáticos aunque a la hora de la verdad no lo somos tanto. De Gladys, no puedo decir lo mismo. Ella lo es en todo momento y tiene la cualidad de meterse dentro de cada persona, hasta dar con la raíz del problema que en ese momento tenga. Durante dos noches a la semana colabora con una ONG de esas que tienen sus teléfonos operativos las veinticuatro horas y que se dedican a intentar solucionar los diferentes problemas de la gente que llama. Había atendido tres llamadas. Una para solicitar ayuda alimenticia, otra la de un alcohólico que acababa de recaer y estaba lleno de remordimientos después de beberse una botella de vodka y una tercera llamada, la de un <<sin papeles>> para pedir ayuda con un trabajo y un sitio donde poder dormir, que Gladys solucionó facilitándole una dirección donde seguramente pudieran ayudarle. 
Por lo demás, la noche estaba siendo <<suave>> que era así como definían la jornada que no tenía mucho movimiento. Eran casi las cinco de la mañana y en un par de horas vendría el relevo. Luego se iría a casa, y después de una ducha tendría que ir a su consulta. Por la tarde, de dos a cinco aprovecharía para recuperarse con una pequeña siesta. Sonó el teléfono. —Buenas noches mi nombre es Gladys, en que puedo ayudarle. — ¡Voy a quitarme la vida! Ya no aguanto más. —Quien hablaba era una mujer. Su voz entrecortada por el llanto transmitía desesperación. Cualquier otra persona que hubiera atendido esa llamada se habría puesto alerta. Gladys no. Ella sabía casi con toda seguridad que lo único que necesitaba esa mujer era que alguien la escuchara, ya que si de verdad hubiera decidido desaparecer, no hubiera llamado a ningún sitio. 
Gladys comenzó preguntándole cual era el motivo por el que quería hacer esa locura. Así pudo saber que la causa eran las continuas infidelidades de su marido y una amante que él tenía a la que dedicaba todo su tiempo, sintiéndose ella una esclava de la casa y de sus hijos. Con mucha sutileza Gladys fue conduciéndola a diferentes conversaciones y al final, cosas de la vida, acabaron hablando de recetas de cocina. Se encontraba tan bien conversando con Gladys que incluso le dio la receta de las “patatas a la importancia” insistiendo que si las hacía tal y como le había indicado, quedaría de fábula con sus comensales. Antes de colgar, la mujer prometió llamar otro día para dar a Gladys la receta de un postre. Cuando acabó su turno, de camino a casa, Gladys llevaba  esa conversación en su cabeza. A veces, los grandes problemas se pueden solucionar con tan solo saber escuchar. Sonrió y subiéndose el cuello de su abrigo continuó su camino después de haber pasado, una noche más.

Luis Renedo.

2 comentarios:

  1. Tu amiga te agradecerá tanto como nosotros estas letras. Un abrazo Luis.

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  2. !Me ha encantado Luis!
    Gracias por compartirlo con todos nosotros.
    Un besazo.

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